Poco queda de ese todo que maquillo la primavera con colores vivos, poco de tus ojos deslumbrando la oscuridad más absoluta, de sus manos en tu espalda, de esa falda alegre y fina.
Va siendo momento de subrayar los errores con tinta invisible, sonreír tan sólo cuando te apetezca, y empezar a transformar el "quiero" en "puedo" y , este, en "tengo".
La dulzura de sus labios escondía el peor de los venenos, el liberado por un amor poco deseado y peor correspondido. No existe manera más torpe de afrontar un sentimiento que intentar deshacerse de él, y tú quisiste esconderlo por no admitir que te ardía dentro.
La mañana fresca, una taza de café entre sus manos, la espuma bañando su labio superior, los rayos del sol iluminando aquellos mechones castaños...son detalles que, para bien o para mal, siempre ocuparán algún lugar de tu memoria.
Pero déjame que te cuente algo de lo que, tal vez, no seas consciente. No quiero que lo olvides nunca, lo difícil no es levantarte cuando caes, sino tener el valor de agarrar la mano que te tienden cuando las heridas son graves. Aquí tienes la mía, puedes agarrarla cuando quieras. Y, si no estás preparada, no pasa nada, me sentaré a tu lado y esperaremos juntas a que dejes de sangrar.
lunes, 29 de agosto de 2011
lunes, 22 de agosto de 2011
La realidad
No es sencillo mirar de frente lo que nos hace daño, como no lo es un "hasta siempre", ni cruzar los brazos cuando sabemos que ya nada se puede hacer. Duele hasta el hueso mirar a los ojos de quien está sentado en frente y adivinar resignación, asusta pensar que la fecha de caducidad está más cerca que lejos.
Conviene escapar, de vez en cuando, de la realidad. Ya no sólo por olvidar un poco que está ahí, acechante, como un tren fantasma en la noche más oscura, sino porque quizás sea la mejor manera de no perder el poco control que aún nos queda en un irremediable viaje hacia la nada. Aunque siga persiguiéndonos, conviene escapar.
Las cosas son como son, y aunque queramos pintar el cielo de otros colores porque estemos hartos del azul, no va a dejar de ser celeste, como los ojos de quien amaste y ahora no puedes ver. Suelo compararlo con la sensación que tengo cuando te veo y tengo que morderme las entrañas para no arrojarte a la cara la realidad que pareces haber olvidado. Te abrasaría la piel, te ahogarías en ella.
Pero qué te voy a decir yo que no haya hecho mal. Los errores siempre son injustificados. Los hay que olvidan una bolsa con ropa en una cafetería y los hay que prefieren ir dejando la vida en cualquier rincón, como si no fueran a morir jamás, sin saber que el jamás no es para siempre.
Es mejor despedirnos como si fuéramos a vernos mañana, hacer planes de un futuro inexistente, perdonar que no quieras seguir compartiendo tus veranos. Y es que he perdido las ganas de sufrir, las he dejado en un enero o en un mayo que, por desgracia, no van a volver. Hazme un último favor, no seas diciembre, no seas un dos.
Conviene escapar, de vez en cuando, de la realidad. Ya no sólo por olvidar un poco que está ahí, acechante, como un tren fantasma en la noche más oscura, sino porque quizás sea la mejor manera de no perder el poco control que aún nos queda en un irremediable viaje hacia la nada. Aunque siga persiguiéndonos, conviene escapar.
Las cosas son como son, y aunque queramos pintar el cielo de otros colores porque estemos hartos del azul, no va a dejar de ser celeste, como los ojos de quien amaste y ahora no puedes ver. Suelo compararlo con la sensación que tengo cuando te veo y tengo que morderme las entrañas para no arrojarte a la cara la realidad que pareces haber olvidado. Te abrasaría la piel, te ahogarías en ella.
Pero qué te voy a decir yo que no haya hecho mal. Los errores siempre son injustificados. Los hay que olvidan una bolsa con ropa en una cafetería y los hay que prefieren ir dejando la vida en cualquier rincón, como si no fueran a morir jamás, sin saber que el jamás no es para siempre.
Es mejor despedirnos como si fuéramos a vernos mañana, hacer planes de un futuro inexistente, perdonar que no quieras seguir compartiendo tus veranos. Y es que he perdido las ganas de sufrir, las he dejado en un enero o en un mayo que, por desgracia, no van a volver. Hazme un último favor, no seas diciembre, no seas un dos.
miércoles, 10 de agosto de 2011
Debilidad
Todos tenemos alguna debilidad. A veces, esa debilidad tiene nombre propio y unos ojos capaces de atravesar nuestro escudo con sólo mirarnos. Se trata de personas que guardan nuestra ilusión en sus manos, que vienen y van cuando quieren, y que, de vez en cuando, pueden llegar a hacernos pensar que nosotros somos, de la misma manera, una debilidad para ellos. Nos encanta que vengan, pero nos mata que se marchen y nunca podremos reprocharles nada. Porque, la verdad es que no hay nada que reprochar y porque no imaginan, ni de lejos, el efecto que ejercen sobre nosotros. Llega un momento en que asumimos que siempre será así, que seguirán siendo el ser que marca la diferencia con el resto de los mortales.
A todos nos pasa.
A todos nos pasa.
martes, 9 de agosto de 2011
Agosto
Estaba todo sin estrenar, tan nuevo como una vela que no se ha encendido, como la manzana del pecado original, como si nadie hubiera pasado por allí cientos de veces antes.
Y aunque la realidad fuera que muchos otros habían disfrutado ya de sus rincones, yo no había saboreado la libertad que traía envasada al vacío en una maleta más llena de esperanza que de nostalgias. Por aquel entonces, no sabía que estar rodeada de gente que no conocía fuera a sentarme bien, ni que las cosas que hasta entonces me hacían daño, dejarían de doler.
Poco a poco, las sonrisas empezaron a adornar los días, y los paseos, las noches. Pero no todo resultó tan sencillo como pueda parecer, tuve que llorar para saber lo que era reír y tuve que enfrentarme al miedo para conocer la tranquilidad.
Fue así como fui dejando el pasado en un escaparate y así es como, de vez en cuando, vuelvo hasta él para observarlo. Es entonces cuando me doy cuenta de que hace mucho que dejé de echarte de menos y que se han abierto nuevas heridas, pero alguien las suturará con el hilo que debería haber cerrado las tuyas.
Y aunque la realidad fuera que muchos otros habían disfrutado ya de sus rincones, yo no había saboreado la libertad que traía envasada al vacío en una maleta más llena de esperanza que de nostalgias. Por aquel entonces, no sabía que estar rodeada de gente que no conocía fuera a sentarme bien, ni que las cosas que hasta entonces me hacían daño, dejarían de doler.
Poco a poco, las sonrisas empezaron a adornar los días, y los paseos, las noches. Pero no todo resultó tan sencillo como pueda parecer, tuve que llorar para saber lo que era reír y tuve que enfrentarme al miedo para conocer la tranquilidad.
Fue así como fui dejando el pasado en un escaparate y así es como, de vez en cuando, vuelvo hasta él para observarlo. Es entonces cuando me doy cuenta de que hace mucho que dejé de echarte de menos y que se han abierto nuevas heridas, pero alguien las suturará con el hilo que debería haber cerrado las tuyas.
miércoles, 3 de agosto de 2011
Torturador y espejo- Mario Benedetti
Mírate
así
qué cangrejo monstruoso atenazó tu infancia,
qué paliza paterna te generó cobarde,
qué tristes sumisiones te hicieron despiadado.
no escapes a tus ojos,
mírate
así
dónde están las walkirias que no pudiste,
la primera marmita de tus sañas,
te metiste en crueldades de once varas,
y ahora el odio te sigue como un buitre
no escapes a tus ojos,
mírate
así
aunque nadie te mate,
sos cadáver
aunque nadie te pudra,
estás podrido
dios te ampare,
o mejor
dios te reviente.
así
qué cangrejo monstruoso atenazó tu infancia,
qué paliza paterna te generó cobarde,
qué tristes sumisiones te hicieron despiadado.
no escapes a tus ojos,
mírate
así
dónde están las walkirias que no pudiste,
la primera marmita de tus sañas,
te metiste en crueldades de once varas,
y ahora el odio te sigue como un buitre
no escapes a tus ojos,
mírate
así
aunque nadie te mate,
sos cadáver
aunque nadie te pudra,
estás podrido
dios te ampare,
o mejor
dios te reviente.
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