Porque de cobardes ya está el mundo lleno. Porque de imposibles viven todos ellos. Y para mi un imposible está demasiado lejos de la realidad.
Capaz de avanzar, tropezar, retroceder y volver a empezar.
Capaz de reír entre lágrimas y de llorar de la risa. De amar, de odiar, y no decir la verdad.
Capaz de agarrarte con fuerza, sacarte del pozo y volverte a tirar. De tener la certeza de que no volveremos a hablar, ni a pasear, ni a bailar, ni... a gritar.
Capaz de enamorarme. Sí, soy capaz de volverme a enamorar. Sin coraza, con herida abierta no sangrante, con el fuego por dentro y el frío por fuera.
De verte y no mirar. De recordarte si no estás. De olvidarme de olvidar cada paso que no dimos, cada beso inmerecido, cada banco desgastado por dos cuerpos imperecederos, ajenos al tiempo y a un invierno muy largo.
Capaz de conservar una amistad tan fácil, generosa y llena de gracia. Con saltos y sonrisas, con guitarras y canciones, con consejos y cabreos. Sí, con cabreos también. Porque ahí reside la esencia de esta autenticidad.
Capaz de saber que la vida es un juego en el que nos toca batallar para terminar todos en el mismo lugar.
Soy capaz de eso y de mucho más.
Que tengo miedo a ganar, pero soy capaz de perder.
Y puede que si te gano me pierda, pero ambos sabemos que si te pierdo no gano, que si me ganas no pierdes, que nos toca tirar para volver a empezar.
;)
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