¿Qué hacer? Saltar de un séptimo al mar, cruzar los brazos y sentarse a esperar a que me esperes, a que decidas quererme y a que sepas decirlo. O ser cobarde y lanzarme, fuyendo, sin pensar, efímeramente, al vacío, sabiendo que caeré en picado.
El problema es que me frenas sin conocer el riesgo que conlleva contener cada uno de los impulsos que mueven el mundo en el que vivo.
Y aunque la nada esté en el todo y el todo no nos lleve a nada, yo busco como loca cada uno de tus huesos por mis rincones. Sin embargo, todas estas esquinas están llenas de transeuntes que siguen mi camino.
¿Miedo? Miedo a perder el miedo al miedo. Nada puede pararme; escúchame gritarlo por las calles y en los andenes que he dejado atrás, tan llenos de recuerdos envasados al vacío.
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