jueves, 30 de septiembre de 2010

La diferencia

En tardes como esta aún pienso que las cosas habrían sido diferentes si no hubiese sido diferente. La diferencia es lo que te separa del resto del rebaño, y él jamás fue una oveja. Fue aquello lo que me hizo quererle como a ninguno, pero fue cosa mía tratarle como a todos. No era cuestión de escalas ni valores, sólo de no saber distinguir el rojo del azul, de estar perdida en un mar de gente y de ideas que nada tenían que ver con la luz que pudiera desprender a su paso. Nada habría podido hacerme ver el destello. Estaba ciega.

Ni siquiera puedo culpar a la lluvia de esta verborrea sentimentalista. El veranillo de San Miguel deja los últimos días de calor a su paso. Es sólo que la melancolía se mete en mi cama cada otoño, decidida, para impulsar la imaginación y la humedad del corazón.

Para ciertas cosas siempre he sido un desastre. Y esta es una de ellas. Dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, pero pienso que es mentira. Yo sabía perfectamente lo que había. Pero, a veces, el miedo a perderlo todo cuando sabes que es tuyo es mucho mayor al de perderlo con la duda eterna de si algo de ese todo te pertenece. Se que es un pensamiento estúpido, pero he ahí mi desastre.

De cualquier manera, no quiero desvariar. Tan sólo quiero que conste que todo habría sido diferente de no haber sido tan jodidamente diferente.

1 comentario:

  1. Sabías que hay mas opciones que la derrota? que no solo se puede perder sino también ganar?

    ResponderEliminar