Solía mirarla y sabía que nadie podría entenderme mejor. Y, aunque tenía la certeza de que tan solo ella podría ver a través de los poros de mi coraza, no quiso mirar. No supo despedirse y tampoco saludar. Permanecía. Me clavaba los ojos y aguantaba. Jamás conseguí ganar a esa negrura tras la que escondía el dolor que la envolvía.
Hubo un momento en el que comprendí por qué aparentaba ser más vieja y tenía le temblaban las manos. Supe por qué su piel era más gruesa y curtida, por qué su mirada era más firme. Aprendí que la vida tiende a ser ladrona de lo que más se quiere. Y, a ella, se lo robó todo. Se lo estaba llevando todo. Y, a la misma velocidad con la que la luna menguaba, mi alma se ahogaba.
Poco pudo hacerse. Conformarse con una presencia puede parecer cobarde. Pero yo lo consideré, más bien, un lujo. El lujo de reflejarse en alguien que no ha vivido lo mismo que tú.
Cada paseo, fiesta nacional. Cada paso, un descubrimiento y una carta que sellar. Jamás me tomó en serio y yo lo acepté. Supongo que el hecho de haber sufrido más que la gente que te rodea, de haber vivido más, llega a hacerte creer que lo que el resto siente no tiene tanta importancia. Pero, ¿quién era yo para discutirle nada?, ¿cómo iba a explicarle que era posible pintar un cielo azul en cada pesadilla, que yo podía hacer que todo lo malo ardiera como paja en un campo de agosto? Nadie tiene en cuenta a una niña, aunque pueda pensar de manera más sencilla que el resto. O quizás sea por eso por lo que no se la tiene en cuenta. Nunca supo que en mis ojos las imágenes también se habían abandonado al sepia.
Ojala el único problema fuera que ya no va a poder saberlo. Ojala estuviera más cerca y pudiéramos hacer de la realidad un cuadro de Monet.
Muy guapo! hazme un relato q necesito historia para una canción pleasee
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