Cuando estamos juntos, los cuerpos se atraen. Cuanto más cerca, más magnetismo. Es como si las fuerzas que rigen esto que llamamos mundo tiraran de nosotros en el último instante para no evitar que nos toquemos. Pero, el día que nos suelten, vendrá el desastre, el choque inevitable.
Tal vez salten chispas, tal vez no nos puedan despegar. O puede que decidan darnos la vuelta para que nos empecemos a repeler. Todo es posible y, a decir verdad, lo preferiría. No acercarme, no tener la opción de tocarte y provocar una maravilla universal, la de ver a las personas selladas unas a otras, sin poder separarse de las personas con las que, algún día, compartieron algo más que distancia.
Ese día, esas mismas fuerzas, cambiarán para soltar millones de imanes enfrentados. No seremos los únicos.
Me ha recordado en cierta manera al efecto casimir xD
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