martes, 25 de enero de 2011

A quien tanto he querido

Creo que el principal problema estuvo en que cada vez que me dijo que me quería, no le creí. Debería habérmelo creído un poco, haber sabido valorar el hecho de que una persona estuviera dispuesta a hacer lo que fuera por estar a mi lado, y quiero pensar que en alguna ocasión estuve cerca de conseguirlo, pero nunca terminé de creérmelo.
Es una estupidez pensar que si no te lo llegas a creer del todo es como si no ocurriera. Pero sí que es verdad que, si no te lo crees no te vuelves tan vulnerable. Así, si luego resulta que es mentira, duele menos.

Cada palabra, cada hecho, cada viaje, cada canción me recordaban la verdad. Y no es que yo no le quisiera, aún le quiero como a pocos, pero nunca supe hacerlo bien. Jamás pude dar lo que me daba, y al principio fue fácil pero, meses después, el polvo que caía terminó convirtiéndose en una pesada losa de culpabilidad de la que nunca he sabido desprenderme.

Soy muy consciente de que no va a haber una persona que me trate como él me trató, que me vaya a entender cómo él lo hizo, ni que vaya a quererme igual. Es algo que tengo muy presente. Pero, a veces, no basta sólo con eso. Queremos la adrenalina en vena, el no saber vivir sin la otra mitad, el temblor de las extremidades ante cualquier tipo de encuentro, el ensimismamiento del enamorado. Puede que al final sea lo menos importante, pero, al principio, es lo esencial.

2 comentarios:

  1. Tienes razón, nunca nos bastará con lo que debería bastarnos. Casi nadie tiene la condición-elemento saciante suficiente... para con los demás. O algo así.

    Somos muy conscientes de que algún alguien será inmejorable. Hasta que te das cuenta que la nostalgia es la única fotografía que guardas de él, ella.

    Felicidades.

    Mario

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  2. Pues yo creo que no deberías renunciar a eso, a lo que al principio es esencial.
    Siempre que sepas no sacrificar lo verdaderamente importante, la adrenalina es lo que va a hacer que sea irrepetible.

    Pero las personas que nos tratan muy bien, muy pocas veces son las que hacen que de verdad nos tiemblen las piernas y queramos cruzar el mundo por devolverles lo que aún no nos han dado... :(

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