Cuando algo se ha perdido, debemos estar dispuestos a sufrir ciertos daños mientras volvemos a encontrarlo. Pero recuperar la ilusión no es tan difícil. Tan sólo hay que abrir bien los ojos, tener medio claro lo que se quiere y no quedarse anclado en lo que se ha dejado atrás sino en lo que se tiene, que suele ser mucho más de lo que se cree, y en lo que está por llegar, que va a ser mejor de lo que imaginamos.
A veces es necesario escalar una montaña para verlo todo desde otra perspectiva. Cuando estás en la cima, te das cuenta de que, de la misma manera en que la ciudad se ha hecho pequeña a lo lejos, los problemas se están encogiendo. La sensación de libertad es brutal y poder gritar sin miedo a que alguien te mire mientras se pregunta si padeces de algún problema mental es algo incomparable.
Hemos pasado de tocar canciones de Antonio Vega a "himnos" de Los Beatles, y eso deja bastante claro que, por fin, el verano está llegando, llueve menos y sonreímos más.
Los vecinos vienen a protestar, ¡que llamen a la poli, que se unan al festín!
La causa del insomnio ha sufrido una clara transformación, el sueño pesa menos y la vigilia gusta más.
Tampoco penséis que me ha sucedido algo estratosférico. A veces, con que una margarita diga "sí", el sol te caliente la piel o alguien te sonría, es suficiente. Más que suficiente.
Salgamos a disfrutar de la ciudad sin estrellas, dibujemos unas cuentas y dejemos que cuelguen de un cielo sin estrenar, que brillen con nosotros. Ya verás que bien les sienta un poco de luz a los que siguen en el invierno.
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A mí también, xD
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