No se dio la vuelta. Si por lo menos hubiese existido ese último gesto, el que arroja una esperanza con la que no se contaba, ese que nos lleva a pensar que aún queda parte de nosotros en quien se está alejando; si hubiera ocurrido, no cabe duda de que los días serían más sueño que vigilia, más cama que calle, más flores que alcohol. Pero no se dio la vuelta y eso lo cambia todo. Una vulgar despedida para una historia que perfectamente podría haberse convertido en leyenda de las calles que ahora me ven deambular empapada en lo que pudo haber sido.
Quién sabe lo que hubiese pasado después, un abrazo tal vez, un silencio, un beso, una noche con más luz que el día, un "para siempre", un "nunca más". Me mata la duda, alojada en alguna parte de mi cerebro que se envenena con la imagen que no quiere recordar. Aún me veo anclada en la acera- "si se da la vuelta antes de que cuente diez es que me quiere pero no se atreve a decirlo" -con la ingenuidad de una juventud que me impedía ser objetiva.
Puede que tan sólo sean los prejuicios los que me lleven a pensar así, puede que si hubiera contado hasta veinte hubiera dado tiempo a que mirara hacia mi puerta, o que lo hiciera cuando yo dejé de observar su silueta, o quizás no se girara esperando que fuera yo quien, sin hacer ruido y por sorpresa, le alcanzara y le tapara los ojos susurrándole al oído "bienvenido".
Apuestas mentales consigo mismo. No recuerdo la última que hice porque suelen ser muy absurdas y además, pocas veces acierto con ellas.
ResponderEliminarEs hermosa esa idea, siempre lo es. Lo sé porque siempre he pensado lo mismo..
ResponderEliminarAhora, haya giro o no, haya última mirada o no, o habiéndola pero sin percibirla, lo que importa no es ese instante de película...sino lo que se siente de verdad en el interior, y lo que uno está dispuesto a ofrecer la siguiente vez.
Un besazo