Poco queda de ese todo que maquillo la primavera con colores vivos, poco de tus ojos deslumbrando la oscuridad más absoluta, de sus manos en tu espalda, de esa falda alegre y fina.
Va siendo momento de subrayar los errores con tinta invisible, sonreír tan sólo cuando te apetezca, y empezar a transformar el "quiero" en "puedo" y , este, en "tengo".
La dulzura de sus labios escondía el peor de los venenos, el liberado por un amor poco deseado y peor correspondido. No existe manera más torpe de afrontar un sentimiento que intentar deshacerse de él, y tú quisiste esconderlo por no admitir que te ardía dentro.
La mañana fresca, una taza de café entre sus manos, la espuma bañando su labio superior, los rayos del sol iluminando aquellos mechones castaños...son detalles que, para bien o para mal, siempre ocuparán algún lugar de tu memoria.
Pero déjame que te cuente algo de lo que, tal vez, no seas consciente. No quiero que lo olvides nunca, lo difícil no es levantarte cuando caes, sino tener el valor de agarrar la mano que te tienden cuando las heridas son graves. Aquí tienes la mía, puedes agarrarla cuando quieras. Y, si no estás preparada, no pasa nada, me sentaré a tu lado y esperaremos juntas a que dejes de sangrar.
Yo a veces, me pregunto si alguna vez dejara de sangrar una herida antes de que llegue la siguiente... Y más en este final de verano que, en tema de sueños, a algunos nos pone nostálgicos ;)
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