Vuelves a cambiarme los esquemas, las noches por los días, los llantos por sonrisas.
Vuelves, como siempre que hace frío, con tu acento irremediable, con abrazos en el aire, con tu pelo liso y raro, con el mate y alfajores, con palabros y estaciones. Vuelves y sigo sin saber corresponder al que ya no es tan extraño, a quien, valiente, saltó del tren para adivinar un nombre y más de una rareza.
Sin embargo, no te vas mañana ni pasado, dices que te quedas para seguir soñando con esta efímera, pasajera y española vida, que tan lejos queda de una realidad demasiado reflejada en el río de la Plata.
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