domingo, 10 de enero de 2010

Miau

Mis amigos se han comprado un gato.
No tiene raza, dicen. Gato común. Es negro y se llama Horus, como un antigüo dios egipcio.
Tiene ojos verdes, y creo que no le caigo demasiado bien.
Hace cosa de dos meses, en una de mis fugas terminé comiendo en ese segundo hogar. Horus se sentó en la silla de al lado a la que yo ocupaba. Y mientras comía una hamburguesa, desafiante, comenzó a mirame. Miré esos ojos fijamente. Aguanté la mirada todo lo que pude, pero Horus siempre es más fuerte. No le di mayor importancia hasta que saltó hacia mi plato de la manera más felina que hubiera podido experimentar hasta entonces. Claro, que ahí aún no me había atacado el maldito perro. Pero ese es otro asunto a tratar.

Que por qué lo cuento, podréis preguntar. Pues porque a nadie le interesa, y porque en mi blog escribo, básicamente, lo que me da la gana. Sólo quería dejar constancia de que yo siempre he querido querer a ese bicho endemoniado y juguetón que me hace la vida en esa casa algo inquietante.

Un maullido para Horus!

Dejo una canción, porque sé que cada vez que la escuche me trasladará al día de hoy. Tanto Juanpe como yo, mantenemos la idea de que las canciones, al igual que ciertos olores o sabores, pueden hacerte viajar en el tiempo y el espacio de manera instantánea. He aquí un momento más:
http://www.youtube.com/watch?v=ANJ1H36mIUQ




.

No hay comentarios:

Publicar un comentario