Me gustaría poder decirte que te voy a echar de menos. Poder evitar que esa vela se consumiera cada día, y apagar el fuego como fuera. Sin embargo, tengo que conformarme con ver que se prenden las cortinas y que ni el agua puede apagar el incendio. Que nos quemamos. Nos quemamos contigo.
Me arden los ojos cuando pienso en el desastre, y sigo siendo cobarde. Ni siquiera soy capaz de agarrar el teléfono para decirte que te voy a echar de menos. Que echaré de menos cada uno de los veranos que no he pasado contigo, cada uno de los veranos que no vamos a pasar disfrazadas de moras, o de cristianas. Amaneciendo en la playa, atardeciendo en el mar.
Que seguiré esperarando tu llamada diciendo que vaya a verte. Que ya no voy a poder decirte que sí.
Todo se quema. Y mi mente, macabra, te sueña sana.
Te sueña riendo. A veces enfadada, queriendo quitarnos la razón. Te sueña entre las olas, y guiándonos por un camino hacia ninguna parte. Luego, despierto y me seco las lágrimas.
Hoy soplaré una vela por ti, intentando arrancar, en la distancia, un poco de ese dolor que sientes.
Felicidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario