Ha llegado el calor. Y con él, los sentimientos se ponen a flor de piel. Es incríble, pero todo sentimiento es mucho más tangible ahora.
Ahora que te pienso, ahora que hace calor. Es tiempo de cañas, risas, paseos, césped, granizados y besos.
Es momento de que vengas a recogerme y el tiempo pase deprisa. De que me saludes con una sonrisa y te despidas con un beso. Tiempo de contar estrellas y ponerlas nombre. De deshojar margaritas y que nos den la razón.
Tiempo de sentir, de dejar de mentir. De que me quites el disfraz como más te guste. De que te guste más lo que sea que haya debajo.
De montar en cualquier cacharro que nos haga sentir vértigo, descargar adrenalina y creernos invencibles.
Tiempo de perder el control. Que al fin y al cabo, es lo que mejor hacemos.
De coger un tren sin saber qué destino tiene, y bajar donde queramos. O de viajar en coche sin destino fijo, durmiendo cada día en un lugar. Sin dejar nunca de contar las estrellas, recuérdalo. "De estufa, corazón, te tengo a ti".
Te regalo el libro que no he leído. Dame tú uno con páginas blancas, que lo relleno. Que te cuento la historia del pescador ese que conocía la esencia de la vida. Tú dámelo que te la escribo. Tú acércate, que te muerdo y no te suelto.
"Y ahora tendré que salir a buscarte...".
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