domingo, 27 de junio de 2010

Everybody hurts


Se le ha apagado la luz. Nos mira pero no nos ve. Está contigo estando con nosotros. Tiene diez años más teniendo diez menos. Y no lo merece.
Que sí, que ya se que la vida no es justa y todo eso, pero ciertas personas no merecen sufrir. No tanto.
Ahora le toca ser el payaso triste, que ríe por fuera y llora por dentro, que espera lo inesperado, lo improbable, el milagro que la mantenga con ella. Porque, a veces, no esperar significa morir un poco. Y aunque lo esté deseando, no puede morir más. No puedes llevártela contigo porque te de miedo marchar sola.

Yo la abrazo, deseando quitarle un poco de dolor. Nos hablan del dolor físico, de los medios y tratamientos para aliviarlo, muy útiles para la fisiología mecanizada en el plano objetivo de la realidad. No voy a negarlo.
Pero, ¿dónde queda el otro tipo de dolor? ¿por qué nadie habla de lo que se siente cuando se parte un alma?, ¿qué hacer con ese cadáver interno que huele cada día más, con esa hemorragia existencial por la que escapan la vida y la felicidad de una persona buena?

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