Vuelta al infierno de Madrid. Pero esta vez acompañada por Estefanía, ¡¡enfermera de Rascafría!! Suena bien.
Soy de las que piensa que a las personas buenas les ocurren cosas buenas. Que todo lo que se hace mal (o bien), tarde o temprano, se nos es devuelto. Mi mejor amiga debe tener un máster en bondad.
Siempre bromea con la manera tan cómica en la que me acerqué a ella. Pero creo que, en el fondo, agradece que ocurriera. Cuando caigo, me levanta. Cuando vuelo, me acompaña. Es como un yang a mi ying. La paz a mi guerra. El "Wilson" a mi "House". Supongo que por eso aún no me ha dejado. Y es que han pasado tantas cosas desde que está conmigo que no tengo muy claro si estaría donde estoy si no hubiera aparecido. Si no me hubiese comprado un calippo aquel verano, si no me hubiera llevado a la puerta de Ruth este invierno, ni me hubiera acogido en su casa aquellas tardes negras de enero en las que estar en la mía resultaba insoportable. Nada habría sido igual.
Tiene más capas que una cebolla. Pero si encuentras el cuchillo adecuado es fácil separarlas y ver el interior. El suyo brilla. No miento. Podrías pensar que cuento todo esto porque es mi amiga, pero se diferenciar a una persona especial de una simple. Y si el chocolate "gorder" es a los churros lo que ella a mi, no hay mucho más que expresar.
Está sentada frente a mi, ajena a toda esta verborrea sentimentalista. Es otra de las que entra, lee, y se marcha. Pero se que hoy, además, sonreirá.
Un paso más, un paso menos...pero juntas. Mucha suerte.
Mi querida amiga:
ResponderEliminarBien sabes la dificultad que me supone expresar todo tipo de sentimientos tanto escrito como hablado ( mas bien yo soy el House a tu Wilson, y el Srek a tu Asno ;)).
Impresionada a la par qe emocionada me ha dejado esta entrada, alguna sonrisa, y también alguna lagrimilla interna se me escapó al leerla.
Sólo deseo que esos simils duren tiempo , y no dejemos de ser amigas por una tableta de chocolate ;)
un abrazo