lunes, 9 de agosto de 2010


Al final no es tan difícil ni tan tremendo coger un tren e improvisar. Soy de aquellas que piensan que los mejores planes son los que no se hacen, aunque no siempre predique con el ejemlpo.
El mar se lleva el lastre que pueda arrastrar y me siento mejor. Sonreímos, y sentimos cómo el sol nos seca la piel.

Yendo juntas nada normal podía pasar. Y es que no todos los días una tiene la oportunidad de hablar con Quique González por teléfono, ni de sentarse en la máquina de un tren, ni de compartir taxi con un iraní residente en Bilbao, ni de secarse el pelo con un ventilador, ni de pasar bastante miedo al entrar al portal de lo que parece ser un burdel en el que vas a alojarte. Pero tampoco de conocer a gente tan genial como la que hemos conocido porque, de pronto, recuerdas que tienes una amiga allí, la llamas y al día siguiente nos encontramos rodeadas de gente que no conocemos en un chalet de película americana cenando, riendo y olvidando una realidad de la que se pretendía escapar. Lo hemos conseguido, volvemos con más ganas que nunca de comernos el mundo para no perder la muchedad.

Tendremos que volver. Para (re)encontrarnos.
Gracias a Isa, una vez más, por poner un poco de locura en mi vida. Y al resto por haberse portado tan bien con estas dos indomables palentinas.

1 comentario:

  1. :) Resumen perfect, ya sabes lo q conlleva viajar juntas..gracias a ti, gracias a los valencianos y vallecana y para cualkier plan improvisado no dudes en llamarme, estoy afiliada a ellos de x vida jj

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