Que me juzgues por algo que no he hecho no cambia lo que eres. Intenta esconderte, sigue jugando al despiste y terminarás perdiendo lo que intentas conseguir. Está muy bien eso de conducir hacia ninguna parte, pero es muy duro que no haya nadie esperando tu regreso. Es muy diferente a no llegar a encontrarse entre una multitud. No tiene nada que ver abrir los ojos para mirarte que cerrarlos por preferir el sueño a la vigilia.
Pensar que la historia podría repetirse resulta aterrador y aferrarse al miedo puede que sea la mejor opción. O saltar sin red. O envolverse en ella y no salir jamás.
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