martes, 30 de noviembre de 2010

La elegancia del erizo- Muriel Barbery

"A ella no se le habría ocurrido espontánteamente que alguien pudiera tener necesidad de silencio. Que el silencio le sirva para ir al interior de uno mismo, que sea necesario para aquellos a los que no nos interesa únicamente la vida exterior, no creo que pueda comprenderlo porque su propio interior es tan caótico y ruidoso como una calle llena de coches."

lunes, 29 de noviembre de 2010

Ven a mi glaciar

Los prematuros copos que intentan vestir de blanco la ciudad congelan los ardientes recuerdos que llenan mi mente en los ratos en los que el frío amenaza con helarme los dedos.

No es tiempo de nieve. No han terminado de caer las hojas de los árboles y ya las están quitando protagonismo. Es tiempo de luces y adornos maquillando una palpable infelicidad social. Llegan días de llantos a escondidas y sonrisas forzadas, hipócritas cenas y vacíos reencuentros. Días de recordar a todos los que ya no están y preguntarnos si la vida podrá seguir el curso que seguía cuandon ellos aún estaban.
Vamos a darnos regalos sin sentido. Los que yo llamo regalos "porquetoca". Esos que muestran más compromiso que cariño. Pintemos una estampa navideña en nuestro salón y luego tirémonos los trastos a la cabeza. Eso sí, con una velita encendida y la bota en la ventana. Son cosas que no se perciben en la infancia, cuando el pensamiento fantástico ciega la visión de la realidad de los pequeños.

¿Por qué nos engañan de esa manera? Yo no sonrío si no tengo ganas y prefiero seguir llorando a escondidas. Aún disfruto de la nieve cuando cae y si no me gusta tu regalo te lo digo. Pero lo que sí que es cierto es que muchas cosas dejan de tener sentido cuando crecemos. Tal vez tenga algo que ver con la pérdida de la incocencia. Es algo que lo ensucia todo, que nos abofetea durante la adolescencia y se incrusta en nosotros para siempre. Aunque "para siempre" parezca demasiado.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Lo que no le queda por vivir.

Solía mirarla y sabía que nadie podría entenderme mejor. Y, aunque tenía la certeza de que tan solo ella podría ver a través de los poros de mi coraza, no quiso mirar. No supo despedirse y tampoco saludar. Permanecía. Me clavaba los ojos y aguantaba. Jamás conseguí ganar a esa negrura tras la que escondía el dolor que la envolvía.

Hubo un momento en el que comprendí por qué aparentaba ser más vieja y tenía le temblaban las manos. Supe por qué su piel era más gruesa y curtida, por qué su mirada era más firme. Aprendí que la vida tiende a ser ladrona de lo que más se quiere. Y, a ella, se lo robó todo. Se lo estaba llevando todo. Y, a la misma velocidad con la que la luna menguaba, mi alma se ahogaba.

Poco pudo hacerse. Conformarse con una presencia puede parecer cobarde. Pero yo lo consideré, más bien, un lujo. El lujo de reflejarse en alguien que no ha vivido lo mismo que tú.
Cada paseo, fiesta nacional. Cada paso, un descubrimiento y una carta que sellar. Jamás me tomó en serio y yo lo acepté. Supongo que el hecho de haber sufrido más que la gente que te rodea, de haber vivido más, llega a hacerte creer que lo que el resto siente no tiene tanta importancia. Pero, ¿quién era yo para discutirle nada?, ¿cómo iba a explicarle que era posible pintar un cielo azul en cada pesadilla, que yo podía hacer que todo lo malo ardiera como paja en un campo de agosto? Nadie tiene en cuenta a una niña, aunque pueda pensar de manera más sencilla que el resto. O quizás sea por eso por lo que no se la tiene en cuenta. Nunca supo que en mis ojos las imágenes también se habían abandonado al sepia.
Ojala el único problema fuera que ya no va a poder saberlo. Ojala estuviera más cerca y pudiéramos hacer de la realidad un cuadro de Monet.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

En tres-dé.

Hace unos días volví a ver "La Bella y la Bestia". Fue la primera película que vi en el cine, y fue bonito y emotivo reencontrarme con ella en el mismo lugar.
Claro, que desde la primera vez que la vi han cambiado muchas cosas.
Pero no, no voy a empezar a hablar de lo que todo el mundo piensa en situaciones como esa, de los cuentos de princesas en los que suelen creer las niñas, desechados al crecer. Además, todos sabemos que La Bella no besa a La Bestia hasta que vuelve a ser humano.

Paradojas a parte, mientras la veía vinieron a mi mente flashes del pasado. Cosas buenas y no tan buenas que me habían llevado a ese lugar en ese momento con esa persona. Y supe que estaba donde quería estar. Recordé que hacía ya casi nueve meses que había tomado la decisión que ha cambiado mi vida. Y sí, es cierto que, en su momento, lo hice un poco a la ligera, echando una moneda al aire, pero no por ello ha sido menos importante.
Hay cosas que se hacen en el momento preciso y acertamos. Aunque también es verdad que hay cosas que ni siquiera tienen su momento. Aún no se cómo supe verlo o intuirlo y, con agua en la piscina, no cuesta tanto saltar. Te mojas y al principio el agua está helada. Pero si sabes moverte aprendes a flotar y entras en calor.

Hay mañanas en las que salgo de casa y pienso que nunca voy a ser más feliz. Y, tras ese pensamiento viene otro cargado de miedo. La felicidad es un arma de doble filo. Hoy estás nadando en agua cristalina pero nadie puede asegurarte que mañana vayas a estar igual. Que, por suerte o por desgracia, ya conocemos el fango.
Soy feliz. Terriblemente. Y se que este es, lo que llevo llamando durante veinticuatro días, "el buen noviembre". Ya era hora. Si hace un año alguien me hubiera dicho que era posible nadar en agua limpia le habría mandado al infierno (o le habría invitado directamente al mío). Y ahora se que es posible. Adoro el invierno. Porque aunque haga frío, se moverme y entrar en calor, y ya no hay ni perros negros ni lluvia con lágrimas. Y tengo tanto miedo. Porque si hay una cosa clara es que, digan lo que digan, nunca fue lo mismo el tres-dé que la vida real.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Orgullo y prejuicio

"Si sus sentimientos siguen siendo los mismos, dígamelo. Mi afecto y mis deseos no han cambiado, pero una sola palabra suya me hará silenciar para siempre. Sin embargo, si sus sentimientos han cambiado, debo decirle que ha embrujado usted mi cuerpo y mi alma, y que la amo, la amo y la amo y que ya nada podrá separarme de usted".

http://www.youtube.com/watch?v=XYSrEHW02f0



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domingo, 7 de noviembre de 2010

Abrigo reversible

No hace falta que lo escondas, que ya sabemos que eres todo fachada. Vas de diferente y eres uno más. Mientes como todos, y te lo crees como nadie. Crees tener una vida caótica cuando te lo han puesto todo en bandeja. A veces dan hasta ganas de vomitar viendo cómo te cuelgas la medalla de la bondad.
No sabes lo que significa el verbo sentir, eso tan sólo existe en tus canciones. Y te jactas de tu libertad, encerrada en un vacío existencial que no eres capaz de llegar a percibir.
Claro, que eso sólo lo vemos nosotros, los que besamos de verdad y abrazamos para dar calor al otro, no para evitar nuestra propia caída. Nosotros queremos como nadie y no damos la mano para arrastrar al otro si tropezamos.
Pero qué vas a saber tú de eso, que mides el amor por kilómetros, que te avergüenzas de una foto, que vendes celos a destiempo. Qué vas a saber, si ni siquiera has llegado a perder un tren.