lunes, 30 de enero de 2012

Repeat

Que me juzgues por algo que no he hecho no cambia lo que eres. Intenta esconderte, sigue jugando al despiste y terminarás perdiendo lo que intentas conseguir. Está muy bien eso de conducir hacia ninguna parte, pero es muy duro que no haya nadie esperando tu regreso. Es muy diferente a no llegar a encontrarse entre una multitud. No tiene nada que ver abrir los ojos para mirarte que cerrarlos por preferir el sueño a la vigilia.
Pensar que la historia podría repetirse resulta aterrador y aferrarse al miedo puede que sea la mejor opción. O saltar sin red. O envolverse en ella y no salir jamás.

miércoles, 25 de enero de 2012

Esa luna color de viejo saxofón- Luis García Montero

Esa luna color de viejo saxofón
me retendrá en París.
Esa luna color de vieja mariposa,
de alma vieja buscando sobre el viento
ojos para mirar el fin de siglo,
gatos que son las dudas de la noche.

Tiéndete junto a mí. Despierta en la memoria
esa inquietud que guardan los que acaban de amarse,
la imperceptible prisa de los labios
que buscaron un cuello donde apoyar su aliento.
Y déjame mirarte, frente a frente,
con estos mismos ojos orientales
que utiliza el amor para observamos.

lunes, 23 de enero de 2012

Sunset Park- Paul Auster

Tangibilidad. Esa es la palabra que más utiliza cuando discute sus ideas con sus amigos. El mundo es tangible, afirma. Los seres humanos son tangibles. Están dotados de cuerpo, y como el cuerpo siente el dolor y padece la enfermedad y experimenta la muerte, la vida humana no ha cambiado ni un ápice desde el comienzo de la humanidad.
Sí, el descubrimiento del fuego dio calor al hombre y acabó con la dieta de carne cruda; la construcción de puentes le permitió cruzar ríos y corrientes sin mojarse los dedos de los pies; la invención del aeroplano hizo posible que saltara océanos y continentes mientras creaba fenómenos nuevos como el desfase horario y la proyección de películas durante el vuelo: pero aunque el hombre haya cambiado el mundo circundante, el hombre mismo ni ha cambiado. Los hechos de la vida son constantes. Vivimos y después morimos. Nacemos del cuerpo de una mujer, y si logramos sobrevivir a nuestro nacimiento, nuestra madre debe alimentarnos y cuidarnos para garantizar que sigamos viviendo, y todo lo que ocurre entre el momento del nacimiento y la muerte, toda emoción que nos embargue, todo arrebato de ira, toda oleada de deseo, todo acceso de llanto, todo ataque de risa, todo lo que sintamos a lo largo de nuestra vida también habrán de haberlo sentido todos los que vinieron antes de nosotros, ya sean cavernícolas o astronautas, ya habitemos en el desierto de Gobi o en el Círculo Polar Ártico

viernes, 20 de enero de 2012

Plaf

No llegó a conocerme. De vez en cuando, creyó adivinar lo que sentía, imaginó ser un elemento indispensable para una vida que avanzaba con más pena que gloria. Intentó parecer diferente, recitó poemas, y nombró a artistas y pintores de los que nada sabe. Habló de grupos que no se habían formado y de películas que aún tenían que rodarse.
Tal estupidez no llegó a causar en mí más que una mezcla de fascinación y lástima, paradójicamente, difíciles de diferenciar.

Nunca supo que yo me había hecho fuerte, que mi sorpresa y mi interés desaparecían en cuestión de horas ni que, de todo lo que dijera, me creería la mitad. No entendió mis malas caras ni mis silencios prolongados, pero la mayoría de las veces tampoco yo fui capaz de discernir por qué me comportaba así.

Por increíble que parezca, en alguna ocasión llegué a arrepentirme de no haber apostado por algo en lo que no creía. Llegué a pensar que, con tiempo, podría llegar a creer. Pero no soñaba, y sin sueños no puedes pretender volar conmigo.

lunes, 16 de enero de 2012

¿Capaz?

Fragmento de "The eternal sunshine of the spotless mind"

jueves, 12 de enero de 2012

Poker de ases

Me encontró sin buscarme, pero no debí haberle buscado para no perderme. El error del enamorado es dejarse ver demasiado, arrojar las cartas sobre la mesa antes de empezar la partida. Así nunca se gana.
Se me antojan ajenas las noches de insomnio y taquicardia, las ganas de escaparme contigo a otras ciudades para salvarnos del vacío que trae consigo la rutina, pasar de querer olvidarte a tener que esforzarme para pensar en ti.
El acierto está en no pensar en lo que deberíamos sentir, sino, más bien, en sentir lo que pensamos.
Ni tú ni yo fuimos las primeras, pero la siguiente tampoco será la última. Seguirá vagando en busca de lo que algún día creyó encontrar, el remedio a su vulgar existencia, el rostro que acariciar cada mañana. Seguirá queriendo ser lo que ni tan siquiera llega a aparentar, anhelando protagonizar una película que nunca se llegó a rodar.