viernes, 31 de diciembre de 2010

Hacemos el balance de lo bueno y malo

Es momento de hacer balance. Y no puedo decir nada malo. El 2010 sólo me ha traído cosas buenas y, para ser sincera, ha marcado un antes y un después en mi corta existencia. Llegó para dar un giro de ciento ochenta grados a lo que venía siendo un invierno caótico y difícil; y, con la primavera, llegaron las flores y las ganas de vivir. Y, con las ganas de vivir, llegó el calor. O quizás fuera el calor el que me devolvió las ganas de seguir adelante. Ya no lo sé, sólo sé que salí del pozo y el sol brillaba como nunca.
Un año lleno de experiencias, independencia, nuevas amistades, el afan por conservar las viejas, pequeños y transitorios enamoramientos, saber que en ciertos momentos tienes que apañártelas sola. Si hay algo que me ha quedado claro es que el mundo real a veces es duro, pero otras es un cachondeo.
No voy a hablar de propósitos que seguramente no cumpla. Sólo puedo pedirle al 2011 que me trate tan bien como su predecesor.
¡FELIZ AÑO A TODOS!

lunes, 27 de diciembre de 2010

La ley de la atracción

Cuando estamos juntos, los cuerpos se atraen. Cuanto más cerca, más magnetismo. Es como si las fuerzas que rigen esto que llamamos mundo tiraran de nosotros en el último instante para no evitar que nos toquemos. Pero, el día que nos suelten, vendrá el desastre, el choque inevitable.
Tal vez salten chispas, tal vez no nos puedan despegar. O puede que decidan darnos la vuelta para que nos empecemos a repeler. Todo es posible y, a decir verdad, lo preferiría. No acercarme, no tener la opción de tocarte y provocar una maravilla universal, la de ver a las personas selladas unas a otras, sin poder separarse de las personas con las que, algún día, compartieron algo más que distancia.
Ese día, esas mismas fuerzas, cambiarán para soltar millones de imanes enfrentados. No seremos los únicos.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Andrés Suarez

En realidad no es "sálvate tú", sino "más de un 36". Cuando alguien hace que no pueda dejar de escuchar sus canciones y se gana un lugar en mi iPod, es por algo.
Lástima que en este país, para triunfar, haya que dar vueltas sobre sí mismo, tener el pelo rizado y camisas con chorreras.

"Creo que ya he estado aquí,
eres la del cuerpo de flores, la del mes de abril,
la que hizo en la guitarra marcas que hacen cicatriz.
Te veo sobre la cama y quiero quedarme a vivir,
y no se ni tu nombre..."

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cosas que he aprendido en 2010

-La gente, o me quiere mucho o me odia a muerte. Es algo de lo que tuve constancia durante la infancia para olvidarlo durante la adolescencia. Nunca habrá termino medio y he vuelto a asumirlo este 2010.

-Puedo convivir con gente a la que no conozco de nada y, sin embargo, no puedo hacerlo con las personas que me han criado, es decir, mis padres. Extraño pero cierto.

-El sexo es bello.

-Cocinar no es tan difícil, y eso que aún no me he puesto en serio. Además, una puede llegar a hartarse de comer pizza y pasta.

-Si eres suplente, siempre tratarán de aprovecharse de ti.

-Palencia es un buen lugar para pasar el fin de semana.

-Las verdaderas amistades pueden conservarse en la distancia. Sin embargo, algunas siguen siendo imposibles de mantener a pesar de vivir en la misma ciudad. He reforzado algunas de ellas, he perdido otras.

-Todo heterosexual tiene su parte homosexual, y viceversa.

-La amistad no tiene edad (no, nunca lo había comprobado).

-Aprecio la pintura. Es decir, voy a los museos y ya no me aburro.

-Tengo más paciencia de lo que creía.

-La compra no se hace sola. La limpieza y la comida tampoco.

-Puedo hablar con mi familia sobre temas de los que nunca había hablado. Me toman más en serio que antes.

-Todos los centros comerciales son iguales.

-Soy más sociable desde que llegué a Madrid. Aunque sólo haya sido por necesidad...

-Quien te ha decepcionado una vez, lo hará dos. Quien ha demostrado quererte, seguirá contigo.

-Me gusta vestir como en los 60.

-La soledad, a veces, no es tan buena. Y llorar, a veces, no es tan malo.

-El dinero se termina a más velocidad de lo que yo pensaba.

-Siempre me había fijado en los hombres que no me querían, en los que me hacían daño. Ese era su único atractivo. He empezado a fijarme en los que, además de hacerme sentir bien, me quieren.

Las vidas posibles de Mr. Nobody

Si mezclas el puré de patatas con la salsa, después no se pueden separar. Es para siempre.
El humo sale del cigarrillo de papá, pero nunca vuelve a entrar.
No podemos volver atrás. Por eso cuesta elegir. Hay que tomar la decisión correcta.
Mientras no elijas, todo sigue siendo posible.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Querer o no querer

No quiero necesitarte con una urgencia desmesurada ni tener que morder mis labios por no poder morder los tuyos. Jamás soportaría rozar tu mano sin sentir que la vida termina en ese instante, que la Tierra deja de girar en torno al Sol, que moriré segundos después sin importarme lo más mínimo.
No quiero empezar a quererte y, sin embargo, se que no podré evitarlo porque, para que vamos a engañarnos, ya lo hago.
No quiero no querer escuchar una voz que no sea la tuya ni querer oler sólo tu aroma. Ese olor a fruta y ron, a horas largas y gritos ahogados que tan adentro llevo.

No quiero nada de eso y, sin embargo, me muero porque me agarres del brazo de esa manera tan firme y sutil en que sueles hacerlo, que me atraviesen tus ojos y me caliente tu sonrisa. Escribirte canciones que jamás escucharás, envolverlas en melodías noveles e imaginarias y lanzarlas al mar de mi confusión.
Quiero deshacer la cama deshecha, besar la piel besada, dormir de día y soñar de noche. Llamar a tu puerta y que un conejo disfrazado de mago me invite a pasar al país de las maravillas. Y encontrarte allí dentro, esperando una palabra, un beso, quizás el "no voy a marcharme" que nunca llegará. Pero encontrarte, como siempre, sin que sepas lo que quiero o dejo de querer, teniendo claro que no quiero otra cosa que no querer.

lunes, 13 de diciembre de 2010

"Todos queremos que nos encuentren"

Conozco la sensación sentirme sola entre millones de personas. Y no me gusta.

http://www.youtube.com/watch?v=tUR1avaoCcY&feature=related

domingo, 12 de diciembre de 2010

Pero dos no es igual que uno más uno

Pudiendo haber pasado todo lo mejor, terminó ocurriendo lo peor. Y no es que nadie dejara de hacerlo todo bien, ni llegase a hacer algo mal. No es que extrañas fuerzas del universo intervinieran para que eso pasara. Sólo es que, a veces, de un hilo se hace un ovillo difícil de desenredar. La una no sabía coser y la otra jamás logró deshacer un nudo. Y no supieron qué hacer con aquella bola.
Pero no fue hasta meses después cuando supieron que no había remedio.

Habían sido semanas de felicidad absoluta. De madrugar sonriendo y acostarse acompañadas. De cines, conciertos, libros y besos. De retratos, paseos, sudores y cartas con remite. Nada importaba, todo era amable.
Pero nada es eterno y, aunque se prometieran no pensar demasiado en por qué a ellas, en autobuses separados, dejaban la misma mirada aterrada perdida en el cristal. Aquella roja manzana que habían mordido con tantas ganas resultó ser algo indigesta, no estar hecha para esos dos pequeños estómagos. Entonces, llegaron las lágrimas y los lamentos, desearon haberlo hecho de otro modo, haber sido más valientes, o más cobardes desde un principio, no haber metido los pies para terminar caladas hasta las rodillas. Y, al final, el miedo a ahogarse venció a las ganas de nadar; terminando, de todas formas, las dos sin aire en el fondo de algún lugar perdido.

Nadie les contó nunca que el corazón tiene cuerda, que está programado para frenar ese frenético ritmo en determinado momento y que, si no eres capaz de controlar esa frenada, los sentimientos se desvanecen como un sueño nunca cumplido.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La lluvia no vuelve hacia arriba

Así es como el tiempo fue pasando. Silenciosamente, los días empezaron a contar semanas; y las semanas, meses. Hasta que los meses cumplieron un año.
Y así fue como, sin darme cuenta, dejé de escribir sobre él y él empezó a escribir a otra.

Dicen que los golpes más difíciles de encajar son los que más rápido suceden. Yo no estoy segura de que aquel golpe fuera seco o fugaz, pero tampoco estoy segura de haber vivido aquellos meses. A penas los recuerdo. Sólo se que pasé el tiempo probando otras bocas, otros cuerpos, otros gestos y palabras que, objetivamente, le superaban. Pero la objetividad no es cualidad del enamorado. Y ya era tarde. El ratón se había comido al gato.
Pasó algún tiempo más y ya nadie hablaba de merecedores ni merecidos. Dejamos de hablar de ello. Dejamos de hablar.

Antes escribía mejor. O, al menos, eso creo. Quizás sea porque antes, las cosas que dolían, dolían con ganas. Ahora duelen como sin sorpresa. Es algo más sordo pero más incómodo, una especie de china en el zapato que no te deja caminar del todo a gusto.
En aquellos tiempos conservaba la inocencia necesaria para mantener encencida la llama de la esperanza. Me llamaba, subía a su casa, nos dábamos un revolcón y todo se arreglaba. Hasta que dejó de pasar. No volvió a llamar, ni volví a subir, ni nos volvimos a revolcar, ni, mucho menos, algo se arregló.
Después de eso, hubo un tiempo en que trataba de sorprenderle. Me volví algo excéntrica. Ya no se si porque así debía de ser, o porque quería llamar su atención. Nunca lo conseguí.

Eran los tiempos en los que habría dado todo por alguien que nunca me quiso. Tiempos en los que sobraban las ganas de soñar.
Ahora quedan pocos sueños y escribo peor. Quiero pensar que es eso. Es más sencillo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El corazón tardío

Hay tardes en que llega, alborotador, el ser que amamos. Y se precipita sobre nosotros. Y nos estrecha hasta casi estrangularnos. Y nosotros nos sentimos morir de alegría. Y preguntamos al sol por qué no se queda en vista de lo que ocurre. Y ponemos la radio muy alta para que no se oiga el latido de nuestro corazón. Sólo momentos después comprendemos que la causa de todo nada tiene que ver con nosotros. E, incluso, a veces, que nos perjudica. El amado es capaz de abrazar a quien le ama porque, al ir a su encuentro, ha tenido un vulgar éxito callejero o una señora en el metro le ha hecho una señal de entendimiento.

"Son los amos".Tenía ganas de sentarse en la acera y ponerse a llorar. Como cuando a uno se le olvidaron las llaves de su casa y permanece durante media hora o una hora sin que nadie aparezca, ningún vecino, nadie, y está uno allí, a la puerta, deseando como nunca la cama y la tranquilidad del libro conocido y la luz conocida. Y está uno cerca, pero no puede llegar, y recuerda dónde están los interuptores y el hueco que se forma en la almohada después de haber dormido y la leve mancha de humedad del techo y cómo dejó sobre la mesa el paquete de cigarrillos empezado. Y no puede llegar a todo eso, de lo que sólo una puerta lo separa. Pero no se tiene la llave. Se ha olvidado la llave. O se ha perdido la llave. Y es preciso que otro venga a abrirnos. Y no viene. Y le anhelamos esperando contra casi toda esperanza, en medio de la noche tan grande. Y no viene. Y quizá no venga nunca. Y tendremos que esperar que alguien salga, con el alba, si es que no se han muerto todos. Y deseamos que un vecino enferme, de repente, y haya de proporcionársele un médico o un sacerdote. Y deseamos que una terrible alarma despierte a todos: un robo, un incendio, la declaración violenta de una guerra.

martes, 7 de diciembre de 2010

Analizando la situación

Detesto que me exijan. En serio, es algo con lo que no puedo. Eso de que me recriminen, además, lo que hago o dejo de hacer me estomaga. Crea en mi el efecto contrario a lo que la gente espera y, claro, luego que si decepciono, que si hay que ver cómo me pongo, que si no se me puede decir nada. Pues no. Hoy no.

Desde aquí quiero dejar una cosa bastante clara: vivo feliz en mi libertad.
Y si no quiero pasear por un parque porque prefiero ver una película no me digas que pasee por un parque porque, a parte de no hacerlo, vas a conseguir que cada día tenga menos ganas de ir.
Es un efecto rebote. Me dicen lo que tengo que hacer con mi vida, y hago lo contrario. Me pides que baile contigo, y me pongo a hacer el pino. No es cuestión de cabezonería, sino de tranquilidad. Vale, quizás pueda estar siendo egoísta o esté pecando un poco de hedonísta. Pero es que nunca he negado que lo sea. Es que ahora mismo estoy en una edad en la que hay que hacer lo que a uno le de la gana. Ojo, siempre dentro de unos límites, no vamos a ponernos extremistas. No voy a dejar a una señora sangrando de la cabeza porque no me apetezca coserla. No hablo de eso, hablo de intentar vivir tranquila. Y, si así vivo feliz, ¿para qué voy a cambiar las cosas?

A veces necesito estar sola. Pero no un día, sino muchos. Y eso es algo que la mayoría de la gente no entiende. No entienden que, a veces, la compañía de uno mismo es mejor que encontrarse con cualquiera y beber hasta perder el sentido. Y la gente se cabrea si resulta que no te apetece moverte de casa. Pero, vamos a ver, ¿por qué voy a tener que hacer lo que tú me digas?, ¿qué clase de chantaje intentas imponerme? Que los sobornos de la mafia se los dejo a Los Soprano, que para algo son los mejores en lo suyo. Que me rodeo de los que me quieren, y los que me quieren ya saben que les rodeo aunque no siempre esté.

De verdad, o es que yo vivo muy en mi mundo, o es que la gente es muy dependiente. O muy gilipollas, que también.